CENTRO CULTURAL SAN FRANCISCO SOLANO
CENTRO CULTURAL SAN FRANCISCO SOLANO. LA CONDESA DEL RUDRON
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LA CONDESA DEL RUDRON

         He subido con mi novia Carmela, “La Condesa del Rudrón, a pie, a este castillo natural de San Felices de Rudrón, en Burgos, donde tiene su habitáculo el Quebrantahuesos y el buitre leonado, dominando todo el valle. Yo iba delante y, al cercarnos al castillo, ella, por detrás de mí, se deslizó en una peña y, al agarrarse por no caer, palpó el badajo que me pendía entre las piernas sujetándose a él.

         Yo le dije:

-Qué buen festín te vas a dar esta tarde, mejor que el quebrantahuesos que me habita.

         Ella me contestó:

-Tú tienes ya la carne preparada, en sangre y cortada en dos. No te preocupes.

         Me bajé los pantalones y el calzoncillo; bueno, me les quité; ella su vestido y braga blanca. Dos buitres leonados les agarraron del pico y se los llevaron, desapareciendo por Valdelateja.

         Nos echamos los dos en el suelo formando el 69, ella encima de mí, nuestros sexos en nuestras bocas.

         Yo me ahogaba lamiendo y comiendo de su sexo con sangre. En mi excitación vi mariposas Polyommatus icarus saliendo de su Coño. Ella me mordía el carnal badajo hasta que me corrí como un caballo, quedando, después del Orgasmo, como si mi amor hubiera andado siete leguas pescando truchas en el Rio Rudrón. Ella, yo no sé si se corría, pero su orina fue abundante como ese salto de agua que hay en el río para producir electricidad.

         Al terminar, ella se levantó primero; y yo, al verla idéntica a mi madre, le dije:

-Aguarda Carmela, que el badajo que yo llevo debo mancharle en tu sangre.

         Ella me dijo:

-Eres un fuera de serie, Sempronio, He estado dos horas chupándotela, y, ahora, tu badajo vuelve a levantarse. Haz sonar mi carnal campana. No te importe equivocar el Ojete.

         Monté a Carmela a caballo. Sus ancas estaban bañaditas en sangre. Con mis manos y brazos la volteé, penetrándola como un demonio. Tanta fuerza puse en la penetración que le hice sacar la lengua que parecía un naipe.

         Y aquí se acabó el folleteo de Sempronio con la Condesa del Rudrón.

-Daniel de Culla